10.10.2009


CORAZÓN HIPOALERGÉNICO (versión baires)

Hoy está lloviendo fuego en Buenos Aires y es domingo...
Y sin embargo salí a reconocer el amor en hombres solitarios,
salí a reflejarme en novias sin nombre que bailan en la esquina de la luna,
salí a perderme un momento para escapar de mí.

Y en el trayecto por la oscura claridad, encontré dos disparos en el diario de mañana;
hallé dos gritos de odio que no los escuché por estar conversando conmigo.
Por estar distraido pensando en este giro absurdo que hace vomitar serpientes y manzanas.

Y caminé sin cuidado por cualquier motel que reventaba de lujuria en sus entrañas y noté
el contraste ruidoso con iglesias enormes que temblaban de frío y nostalgia.

En ese momento descubrí ángeles en los albores del cielo y demonios en la tormenta terrenal.
Y aprendí a vivir nuevas definiciones de guerra, nuevas definiciones de amor, nuevos métodos de penetrar pulsando teclas y nuevas palabras que mueren en las fronteras del alma.

Y pues bien, seguí la senda sin luz y fumé el aire espeso de la ciudad, fume el aliento de bocas ávidas e inertes, y después vino la muerte a tocar mi hombro para convertirme en polvo reincidente, a decirme que luche a su lado para conquistar alguna estrella negra cuyo nombre no recuerdo. Y al parecer no le hice caso porque aún sigo encadenado a este desorden y caos denominado sociedad.

Pero bien, ya termina el día y el dolor continúa, termina la tarde y la desesperanza continúa, termino mi café y el engaño continúa. Ésta es mi historia de angustias o algún sueño mal soñado quizás, eso que llamamos pesadillas....
Por eso necesito a gritos un nuevo corazón para no conocer el llanto de la tristeza o necesito algún anticonceptivo efectivo para no conocer esta cruda realidad.

O tal vez debo aceptar la propuesta silenciosa de la muerte para vivir sin temor esta agonía oportuna o esta vida vacía, pero mientras tanto, sigue lloviendo fuego en Buenos Aires y es domingo...